martes, 15 de febrero de 2011

Armándola de tos

No, la entrada de hoy no cuenta los madrazos que casi nos damos una amiga y yo durante una bienvenida hace algunos ayeres. Prefiero contarte por qué Armando Vega Gil es uno de mis escritores favoritos del último año y qué lo hace tan genial para mí. 



Botellita de Jerez es una banda de rock muy conocida en México. Quizá podrás pensar que son un trío de rucos que intentan revender sus éxitos anteriores, y lo hacen, pero a pesar de ya ser considerados antaños siguen teniendo una chispa singular y sus performances siguen llenos de comicidad y desmadre. Pues bien, aparte de formar parte de esta singular banda de rock, Armando Vega Gil se dedica, entre otras cosas, al alpinismo, al buceo y a la literatura, desde la colaboración con columnas en conocidas revistas y periódicos hasta la enseñanza en diversos talleres de escritura y la publicación de una docena de libros: cuentos para niños y para no tan niños, poesía y más. Uno de sus libros: Cuenta regresiva y otras fábulas supernumerarias, fue ganador de un premio nacional de cuento en 2009 y se compone de 33 entregas muy bien elaboradas, tanto que las fue puliendo durante una buena parte de su vida. 


El libro se compone de varias secciones con diferentes historias que recorren desde el humor negro, las reflexiones sobre la vida y la caricaturesca vida del mexicano, hasta las reminiscencias lovecraftianas y catástrofes bíblicas jamás pensadas. Si lo tuyo son las historias que manejan un lenguaje crudo, escatológico y muy mexicano, si no se te escapa un albur cuando oyes hablar a tus amigos y/o te gustan las historias con bastante debraye mental, este libro de Armando es un must para tu colección. Recomiendo ampliamente los cuentos Biombo Negro y Brevísima relación de un ladrón que yace encuerado y dormido en las islas de C. U., del cual te dejo un pedacito: 

…el del Divino Verbo – afecto a la ubicuidad y la omnipresencia – no pone atención a la andanada de calamidades y tragedias que desata con sus divinos impulsos. “Nomás echa un soplidito, y su aliento de ajos y epazote desencadenan el Deseo, la Historia y el Destino. Dios entonces mira de reojo su obra, y al chico rato se desentiende del merendengue”, ha escrito Hilarión de Tebas en su obra De cómo comenzó este desmadrito (Roma, 1521), y afirma como corolario que “El Omnipresente ahí está…, pero como si no estuviera”. Por tanto, si uno peca marranamente o se porta bien cual beata de Puebla, lo más seguro es que nuestro Procurador Celestial ni nos multe ni nos dé una mención honorífica. Empero, ¡tened cuidado, oh, frágiles mortales!, que de pronto en una de esas se le ocurre al Todopoderoso posarse en el centro del margallate en el cual navegáis como actores de la vida: el Gran Teatro del Mundo. Y es que Diosito – que luego anda sin quehacer – en veces viene y se deja sentir con su dedote en llamas y su lengua de puñal bruñido donde nadie lo espera. Es por tal que Él es tan temido, ¡Ah, jijo!
Aldegunda: Ni madres, hija. A güevo que el pinche Ser es la manifestación más cabrona de la materia, porque es materia consciente, por sí y para sí.
Enedina: Cogito, ergo sum.
Aldegunda: ¡Cogida, luego existes, güey!
Enedina: Ay, ¡sí!
Aldegunda: Es como le dije al pinche sinodal: somos la energía cósmica pensándose a sí misma, ¿ves? Una energía amoral y chingona que lo mismo construye formas y sistemas que los desmadra. No hay pedo, güey. Pero nosotros, los pinches mortales...

No hay comentarios:

Publicar un comentario