martes, 22 de marzo de 2011

Roberto

[…] Robert y Matías, sin querer compartieron una mesa y no hubo que decir nada para saber que de ahí en adelante, de una manera muda siempre serían buenos compañeros, al menos durante los siguientes 4 meses donde se verían cada tercer día en el mismo lugar y se dirigirían las mismas miradas […] 

[…] Pero la verdadera amistad había nacido entre Robert y Matías y sobra decir que lo que más le agradaba a Matías de su amigo era el silencio que siempre guardaban, el respeto de no preguntarse nada del pasado […] 

Fragmento extraído del blog de @mimoso1 que puedes encontrar completo aquí 

http://fernandobenavides.wordpress.com/2009/05/26/matias-1/ 

Lo conocí en la escuela. Hicimos juntos nuestro servicio social con otros compañeros y nos tocó remodelar el laboratorio. Un día mientras trabajábamos, me sonrió…y me enamoré perdidamente de él desde ese día. Siempre fuimos nomás amigos, hasta la fecha. Después de poco del día que me flechó supe que tenía novia, así que nunca me atreví a nada más allá del intercambio de miradas en el salón. 

Me ponía muy nerviosa. Alguna vez tuve que volver a sentarme porque mis pies parecían de estambre. No me atrevía a hablarle, pero parecía que a él le divertía bromear conmigo, así que empezamos una amistad muy linda. 

Un día, de alguna forma, descubrí que su calidad como persona era una que yo no había visto en nadie, o casi nadie, nunca. De muchos comentarios fui formando más o menos su historia, porque siempre fue súper reservado, pero fui conociéndolo poco a poco. Aún puedo decir que es una de las personas más excepcionales que he conocido, nunca lo he visto faltar a sus principios o avergonzarse de sus raíces.
Siempre quise decirle lo que sentía, durante más de un año que lo quise tanto revoloteaba en mi mente la idea de decirle que me parecía el ser más especial del universo. 

Una ocasión de afortunadas tormentas finalmente se lo confesé. Le dije cuanto lo admiraba y que sentía algo más que esa amistad que teníamos, pero que sabía que tenía novia y lo respetaba. Nunca nadie se había portado tan bien conmigo en situaciones parecidas. 

Aún somos amigos y no puedo decir que haya dejado de gustarme, me alegra el día cada vez que lo encuentro, será porque dejó una huella muy profunda y bonita en mi vida. Pues él es mi amor platónico, el señor Roberto, que después de tanto sigue inspirando cosas lindas en mi vida. 

Dicen que los amores platónicos te preparan, en cierto modo, para el amor verdadero. 
Será? 

Por ahora me rompo la cabeza preguntándome si existe el amor a primera vista o estoy enloqueciendo, pero tengo muchas ganas de desmadrar el difractómetro del laboratorio para que venga [verlo una vez más] el técnico a repararlo [sonreírme]. 

Moraleja: no me sonrías, que me enamoro! 


No hay comentarios:

Publicar un comentario