martes, 19 de abril de 2011

La luz amarilla

Jueves

Te vi de espaldas...te reflejabas en los miles de pequeños espejos que te servían para construir un horno solar. ¿Un mecatrónico construyendo un horno solar? Me los pregunté unos días después, pues realmente no sabía cuál era tu especialidad. En ese laboratorio te explotaban, ja. Mi amiga dijo que tu nombre era Omar, apenas si nos saludamos. Hablaste y, ah, creo que lo que me gustó fue tu voz, aunque tu piel tenía un tono bronceado demasiado lindo [sexy] para no advertirlo. Tu cabello no me gustaba, pero sonreíste. Las sonrisas me roban siempre, la tuya es muy bonita, pensé. Te quedaste trabajando, nosotras nos fuimos.

Martes

No volví a verte hasta varios días después. Viniste al laboratorio, no recuerdo mucho de ese día. Pero tu voz…esa sí que me tenía hipnotizada.

Jueves

Regresaste. Pensé que te irías este día. No estaba en mis planes ponerme coqueta contigo...bueno…creo que “inconscientemente” lo hacía –sonrío-. Querían que los llevara a pasear por la ciudad, a un bar, un café, qué se yo... la verdad ese día me dio pena, no quería que te acercaras, no pensaba platicar contigo, pero ella animaba siempre la conversación. Yo soy mucho más tímida al inicio. Quedamos en salir al otro día, un barecito, unas chelas…los tres juntos…

Viernes

6 p.m.

Ella se va a su pueblo y nos deja solos, pinches nervios…

7 p.m.

Te llevo a un bar en el centro y la plática se hace tan amena. Así, justo así necesitaba conocer a alguien. Las cervezas, deliciosas…

8 p.m.

Comenzamos a hablar de nuestra vida amorosa y te pones coqueto, uy…

 8:30 p.m.

Besas delicioso, pienso, mientras el taxista nos observa por el retrovisor y nos vale madres.

9 p.m.

Lencería negra y media luz que deja ver tu sonrisa de lujuria, sexy, vibrante. Nos besamos mientras tus dedos se cierran entre mis manos y un rock suave marca nuestro ritmo…

Sábado 1 a.m.

Una fuente en el centro de la ciudad, un andador casi vacío. Él, sentado en el borde de la fuente. Ella de pie, de frente a él. Rumor de agua que cae.

          - Ya no volveré a verte nunca...
          - Es lo más probable.

Se dan un largo beso, permanecen abrazados unos instantes y se van, sonriendo, cada quien por un andador distinto.



Te vi de espaldas. La luz amarilla del poste no alcanzaba a alumbrar totalmente el camino por el que te perdiste entre los andadores de esta ciudad donde quise besarte por última vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario